Este
gran maestro de la narrativa fue un gran aficionado al boxeo. En este libro, Jack London nos ofrece tres obras de
arte dedicadas a dicho deporte. La vida del autor estuvo repleta de aventuras.
Entre sus años de vagabundeo, marinero, ostrero, buscador de oro, operario de
fábrica y otros tantos oficios, encontró tiempo para escribir más de veinte
novelas, tres biografías, una obra de teatro y bastantes relatos. Fue su propia
experiencia lo que le llevó a la comprensión íntima del ser humano, con sus
pequeñas victorias, pero también sus miserias. En este libro, London, nos estrega una galería de
personajes inolvidables y quizás alguno de los mejores escritos de ficción
ambientado en el mundo pugilístico.
En
Un Bistec, el autor nos presenta un
boxeador en el final de su carrera, una antigua gloria que ahora es pobre y
suspira por un bistec. La descripción del boxeador es maravillosa y la
ambientación del combate tan real, que nos parece estar allí mismo, en primera
fila, viviendo el combate como un espectador más.
El mexicano nos sitúa a las puertas de la
revolución mexicana de 1910. Un joven se ofrece para ayudar a la causa. Su
idealismo y frialdad lo hacen temible tanto dentro como fuera del ring. Este
relato es un clásico en la obra de London.
El sentimiento y la motivación del púgil son magistralmente reflejados en la
narrativa.
En
El combate el protagonismo recae
sobre la novia del boxeador, que acude por primera vez a un combate de su
futuro marido. El conflicto entre el amor y la carrera es el eje principal de
la historia.
Recomiendo
este libro a todos los lectores, aunque no le interese el boxeo. Jack London trabaja de forma sublime la
humanidad de sus personajes.
Sinopsis:
«En
los primeros rounds, la cosa será feroz. Es la especialidad de Ponta. Es un
bruto que intenta todos los golpes juntos, un torbellino que quiere tumbar al
otro en los primeros rounds. Ha enviado a varios a la lona, algunos más
inteligentes y fuertes que él. Mi problema es resistir, eso es todo. Entonces,
estará a punto. Iré a buscarlo, ya lo verás. Sabrás cuándo voy a buscarlo, y lo
haré pedazos».
Knock Out reúne tres historias memorables: Un bistec, quizás el mejor relato que se haya escrito sobre boxeo; El mexicano, un clásico imprescindible de la narrativa de Jack London, y El combate, novela de desenlace inesperado y verídico. Historias épicas donde el coraje y el sacrificio constituyen el destino último de sus protagonistas.
Enrique Breccia, uno de los mayores ilustradores contemporáneos, ha elaborado dieciséis estampas en blanco y negro que interpretan magistralmente la violenta intensidad de estas páginas.
Knock Out reúne tres historias memorables: Un bistec, quizás el mejor relato que se haya escrito sobre boxeo; El mexicano, un clásico imprescindible de la narrativa de Jack London, y El combate, novela de desenlace inesperado y verídico. Historias épicas donde el coraje y el sacrificio constituyen el destino último de sus protagonistas.
Enrique Breccia, uno de los mayores ilustradores contemporáneos, ha elaborado dieciséis estampas en blanco y negro que interpretan magistralmente la violenta intensidad de estas páginas.
Jack London (1876-1916), apodo de John
Griffith Chaney, su nombre verdadero, fue un novelista y cuentista
estadounidense de obra muy popular en la que figuran clásicos como La llamada de lo salvaje (1903), que
llevó a su culminación la aventura romántica y la narración realista de
historias en las que el ser humano se enfrenta dramáticamente a su
supervivencia. Algunos de sus títulos han alcanzado difusión universal.
En 1897 London se embarcó hacia Alaska en busca de oro, pero tras múltiples aventuras regresó enfermo y fracasado, de modo que durante la convalecencia decidió dedicarse a la literatura. Un voluntarioso período de formación intelectual incluyó heterodoxas lecturas (Kipling, Spencer, Darwin, Stevenson, Malthus, Marx, Poe, y, sobre todo, la filosofía de Nietzsche) que le convertirían en una mezcla de socialista y fascista ingenuo, discípulo del evolucionismo y al servicio de un espíritu esencialmente aventurero. En el centro de su cosmovisión estaba el principio de la lucha por la vida y de la supervivencia de los más fuertes, unido a las doctrinas del superhombre.
En 1897 London se embarcó hacia Alaska en busca de oro, pero tras múltiples aventuras regresó enfermo y fracasado, de modo que durante la convalecencia decidió dedicarse a la literatura. Un voluntarioso período de formación intelectual incluyó heterodoxas lecturas (Kipling, Spencer, Darwin, Stevenson, Malthus, Marx, Poe, y, sobre todo, la filosofía de Nietzsche) que le convertirían en una mezcla de socialista y fascista ingenuo, discípulo del evolucionismo y al servicio de un espíritu esencialmente aventurero. En el centro de su cosmovisión estaba el principio de la lucha por la vida y de la supervivencia de los más fuertes, unido a las doctrinas del superhombre.
Su obra fundamental se desarrolla en la frontera de Alaska, donde aún era
posible vivir heroicamente bajo las férreas leyes de la naturaleza y del propio
hombre librado a sus instintos casi salvajes. En uno de sus mejores relatos, El
silencio blanco, dice el narrador: "El espantoso juego de la selección
natural se desarrolló con toda la crueldad del ambiente primitivo". Otra
parte de su literatura tiene sin embargo como escenario las cálidas islas de
los Mares del Sur.
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